Esta es una historia con muchos libros, con un bibliotecario, una bibliotecaria y... ¡hasta un león! Porque resulta que al gran felino le gustaba escuchar cuentos y acompañar a los niños en sus visitas a la biblioteca. Además, en aquella no había norma alguna sobre leones; eso sí, no se podía hacer ruido. ¡Y el león rugió!
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