El Hombre de agua nació de un grifo que alguien dejó abierto. En sus paseos por la ciudad iba dejando huellas mojadas y no había manera de evitar que sus gotas salpicasen a cada paso que daba. Le gustaba viajar por las cañerías y esconderse en las fuentes, hasta que la lluvia se puso seria aquel día de tormenta.
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